No es la primera vez que me encuentro con sorpresas en los precios del contrato.
Reconozco que siempre he trabajado en los proyectos en el lado del cliente y quizá, por eso, soy más sensible a los problemas del cliente que a los del contratista o proveedor.
Siempre que negocio un contrato, intento dejar claros todos losdetalles y, especialmente, el alcance, los plazos y los costes, es decir, lo que afecta directamente al triángulo de restricciones de la dirección de proyectos. Pero, al final, el proveedor quiere cargarme unos gastos que no hemos negociado al principio.
Entiendo su postura en cuanto que él, cuando realiza su desglose de costes, se encuentra con elementos cuyo importe no está recuperando y va en detrimento de su margen. Pero yo espero que él entienda que si hemos pactado un precio por unos servicios y no se ha especificado nada al respecto, no quiero abonar kilometrajes o dietas al finalizar la ejecución. En todo caso, o ha negociado mal por su parte el contrato y debería correr con las consecuencias, o han ocurrido modificaciones en el alcance del servicio que deberían ser puestas encima de la mesa en el momento en que suceden. Lo que es inadmisible es que se preste el servicio y se pase un cargo inesperado.
Estos proveedores no ayudan al proyecto del cliente en cuanto que no le permiten establecer un sistema eficaz de control de costes. Lo mismo ocurriría si lo que hicieran fuera no facilitar el control de plazos ni del alcance (y lo peor es que también lo hacen…)
Mi recomendación es siempre cerrar todos los precios antes de ejecutar los trabajos. Siempre hay que preguntar «cuánto cuesta» cuando se trata de control de costes.