Dedico esta entrada a VT Ingeniería, donde trabaja un gran amigo, que ha tenido un importante papel en el desarrollo de este proyecto. Sin duda, poder dotarnos de estas instalaciones, es una de las formas de favorecer la investigación aplicada y el desarrollo de productos y soluciones que se pueden comercializar en un período de tiempo corto. No ocurre así con la investigación básica cuyo papel es otro y también es necesario tener en cuenta. La investigación básica produce conocimiento del que, por cierto, tanto se habla, pero comercializable mucho más tarde que el momento en que se producen los resultados.
Los tanques de este tipo se utilzan para ensayar el comportamiento de modelos en las aguas marinas. La idea es reproducir a pequeña escala lo que ocurre en el mar y, por tanto, a un coste infinitamente menor. Es una gran idea hacer una maqueta de una plataforma marina y ver cómo soporta los embates del viento y del mar en lugar de construirla y llevarla a su emplazamiento a ver qué ocurre. Seguro que más de uno ha oído hablar de los túneles de viento que se utilizan en aeronáutica y en la industria del automóvil. Esto es lo mismo pero para el mar.
Una ola ¿simulada?
Lo que viene a continuación es, como suelo decir, lo más difícil. Tenemos la instalación pero necesitamos personas con ideas en la cabeza que quieran desarrollar proyectos que utilicen el nuevo tanque y temo que los gobernantes, en demasiadas ocasiones, no prestan atención a este punto cuando ponen en marcha las infraestructuras que promueven. Es cierto que ellos sólo las pueden promover (¿quién imagina a un diputado haciendo ensayos con el simulador de olas?) pero la pregunta que planteo es si siempre que se pone en marcha un proyecto público se ha procedido anteriormente a realizar un plan de negocio para que ese esfuerzo fructifuque. Al fin y alcabo, sólo es hacer un poco de gestión de proyectos, ¿no?