El tamaño importa

Mucho se ha escrito, al menos, en prensa, sobre las dificultades que ha tenido el consorcio GUPC en Panamá para terminar el proyecto del juego de esclusas del Canal de Panamá. Y, también, de las dificultades del Gobierno de Panamá para gestionar la relación con el contratista principal de ese proyecto. Se ha venido a decir que, por un lado, el consorcio se ha comportado como un fullero en una timba de póquer y, por otro, que el Gobierno ha adjudicado el contrato negociando al estilo de una feria de ganado.

No tengo intención de entrar en ello. Al menos, por el momento, porque creo que el caso da para aprender mucho sobre dirección de proyectos. Otra cosa es que luego se aplique. Lo que quiero traer al caso es considerar un factor a la hora de seleccionar proveedores para tu proyecto. Factor que no quiero decir que sea el principal pero sí puede ser interesante considerar al invitar proveedores a optar al contrato: el tamaño.

Cuando doy clase de dirección de proyectos, se me llena la boca hablando de la capacidad técnica, de los plazos que puede cumplir el proveedor, del precio (cómo no), de que aplique con las leyes y códigos en vigor, etc. Pero no menciono nunca el tamaño del proveedor.

Hubo un proyecto en que una empresa bastante grande tuvo que realizar la construcción de un edificio industrial. Acudió a pedir oferta a constructoras de renombre para seleccionar al contratista principal. No a las mayores, dedicadas a grandes obra de infraestructura, sino a sus subsidiarias que estaban en ese tipo de negocio. Y fue elegida una de ellas. Una de aquellas que dependía de la que, según escribí, pasó de ser una gran empresa a ser una empresa grande. El proyecto comenzó y defraudó mucho en cuanto a la calidad de la ejecución y la manera de llevarla a cabo: retrasos, contratistas no cualificados, violación de normas de seguridad, bajo nivel de compromiso… Todo esto podría haberse corregido pero el contratista principal no tenía ninguna intención de hacerlo. Se le llegó a amenazar con rescindir el contrato a lo que el contratista respondió deteniendo la obra y esperando el pleito y, por supuesto, dispuesto a no retomar los trabajos hasta que se resolviera. A final, sea como fuere, se solucionó la disputa y se acabó el proyecto.

Años después, esta misma empresa necesitó acometer un proyecto similar y acudió a un contratista que, aunque grande, era de tamaño bastante menor. El resultado fue muy distinto y el proyecto transcurrió suavemente. Por eso, el tamaño importa. Es necesario encontrar proveedores con la competencia técnica suficiente para los que el que el proyecto sea lo bastante importante como para comprometerse con él y admitan negociar en los momentos de conflicto. Si tu proveedor es mucho mayor que tú, puede querer imponer sus condiciones y tú tener que aceptarlas aunque te sean perjudiciales porque no tienes capacidad de negociación con él.

Por eso, a la luz del conflicto en la ampliación del Canal de Panamá, yo digo, ¿con quién podría negociar mejor el gobierno de Panamá en caso de disputa, con España o con Estados Unidos, de donde procedía el principal consorcio competidor de GUPC? ¿Puede haber influido esto en la adjudicación del contrato?

5 comentarios en “El tamaño importa

  1. María Pascual

    Gracias por compartir tus conocimientos. Creo que tienes toda la razón. Es importante el tamaño del proveedor para que le importe tu proyecto o no.

    Además, a parte del tamaño, creo que otra manera notable de hacerte valer también al proveedor es crear una relación de fidelidad. En otras palabras, cuando cuentas con un mismo proveedor un proyecto tras otro. Pese a que a lo mejor no todos los proyectos pueden ser suficientemente grandes y, por tanto, interesantes para el proveedor, el hecho de que sabe que le aportarás más en el futuro (y posiblemente mayores) hace que automáticamente te conviertas en un cliente importante y que tus proyectos pasen a tener más prioridad que otros. ¿Qué opinas?

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    1. elprojectmanager Autor

      Gracias, María. Pienso que tienes toda la razón. La desgracia es que pocas veces somos capaces de apostar a largo plazo por una buena relación con nuestros proveedores. Hay pocos casos que demuestren ese nivel de madurez.

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  2. Pingback: El tamaño o la fidelidad. ¡Mejor ambos! | Diseño con cabeza

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